La contaminación acústica procedente de equipos médicos, alarmas, teléfonos, puertas que se abren y cierran, actividades del personal y visitas puede hacer que los hospitales, y especialmente las unidades de cuidados intensivos, sean lugares muy ruidosos. Si a esto añadimos la cantidad de superficies duras reflectantes y la proximidad de las camas, obtenemos un entorno acústicamente desagradable en el que el ruido rebota y se amplifica. Cualquiera que haya pasado una noche en un hospital sabe lo altos que pueden llegar a ser los niveles de ruido.
Pero no sólo afecta a los pacientes. Los elevados niveles de ruido en los hospitales también pueden repercutir en el rendimiento y el agotamiento del personal. El personal tiene dificultades para oírse entre sí (y a los pacientes) y esto, a su vez, puede comprometer la calidad y la seguridad de la asistencia sanitaria.
El King's College de Londres ha publicado recientemente un estudio en el que se constata que los niveles de ruido en los cuidados intensivos -donde se atiende a los pacientes más vulnerables- son regulares. superar 100 decibeliosmuy por encima del límite de acción de 87 dB recomendado para el ruido en el lugar de trabajo (donde es obligatorio el uso de EPI). A ese nivel, la contaminación acústica se ha relacionado con el desarrollo de una enfermedad conocida como psicosis de cuidados intensivos, una forma de delirio en la que los pacientes experimentan ansiedad, se vuelven paranoicos, oyen voces y ven cosas que no existen.
Para el personal, este entorno de trabajo ruidoso parece inevitable, pero el consiguiente estrés puede afectar a su rendimiento, y en los pacientes, este nivel de ruido se asocia a mayor estrés, mayor sensibilidad al dolor, hipertensión arterial, mala salud mental. y estancias hospitalarias más largas.
El equipo de investigación del King's College afirma que los intentos actuales de reducir el ruido han sido "poco sistemáticos e idiosincrásicos", por lo que reclaman un planteamiento más coordinado que implique activamente tanto al hospital como a sus pacientes y visitantes. En su opinión, habría que tratar los siguientes aspectos:
- El paisaje sonoro del hospital debe considerarse en su conjunto: no sólo los elementos más ruidosos, como la maquinaria hospitalaria y las alarmas, sino también los sonidos menos intrusivos, como el ruido de las llaves en las cerraduras y el chirrido de las puertas.
- Habría que investigar más a fondo la percepción y respuesta de los pacientes a una serie de sonidos habituales en los hospitales. Los investigadores se sorprendieron al descubrir que algunos sonidos, como el del carrito del té, reconfortaban a los pacientes como señal de interacción social.
- Los pacientes y familiares necesitan información clara sobre los niveles de ruido probables durante los ingresos, para estar mejor preparados de antemano y poder plantearse soluciones sencillas como traer sus propios auriculares o tapones para los oídos.
El Dr. Xyrichis, de la universidad, sugiere que se pueden hacer modificaciones en los entornos existentes a un coste relativamente bajo:
- Intervenciones como paneles fonoabsorbentes, y
- sistemas de alerta acústica.

Soluciones de Pulsar Instruments:
Pulsar Instruments ha desarrollado su Pulsar SafeEar Señal de advertencia activada por ruido para ayudar a recordar a los visitantes y al personal que mantengan bajos los niveles de ruido. La señal de advertencia de ruido se enciende rápidamente cuando se supera un nivel de ruido preestablecido y avisa al personal y a los visitantes cuando los niveles de ruido del hospital son demasiado altos y deben reducirse.
Realmente es una solución sencilla, precisa, visual y de bajo coste para gestionar el ruido y proteger la audición de los pacientes.
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Referencia:
Kings College de Londres (Nov 2018): La contaminación acústica en los hospitales: un problema creciente.